lunes, 12 de enero de 2009

Primeros Años en Versalles – María Antonieta – Sexta Parte


Cuando la adolescente María Antonieta llega a Versalles para su matrimonio político con el heredero del trono francés, genera mucha expectativa en el pueblo; es como si ella trajera la esperanza a este pueblo desgraciado, que vive en la miseria desde hace siglos pagando impuestos altísimos y siendo explotados por la nobleza; todos celebran la llegada de la princesa austriaca, ella es símbolo del cambio de aquella vieja corte de Luis XV; esperan en ella una gran monarca como lo era su madre la Emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico María Teresa Reina de Hungría y de Bohemia; esta joven muchacha esta por entrar al más esplendoroso palacio del siglo XVIII, Versalles cuna del idioma del mundo, de las costumbres más refinadas, todos imitan el estilo francés que está en voga por toda Europa y el nuevo mundo, la moda ,la comida, la arquitectura, la corte de Francia se impone ante todas, dejando su sello en cada uno de ellas; pero detrás de todo esta belleza superficial se esconde un mundo oscuro lleno de intriga y peligros y aun mas para una mujer tan joven de tan alto rango.

Palacio de Versalles (Imagen Actual)


Hace su entrada al suntuoso Palacio de Versalles, el del salón de los espejos, de las mil ventanas; su primera dama es la severa Condesa de Noailles quien se encarga de instruirla sobre la etiqueta y las costumbres versallescas, he aquí el primer conflicto; ella no vive para la etiqueta como lo hacen los cortesanos franceses.
Palacio de Versalles siglo XVIII (imagen)

Ella en Austria vivía en libertad, si bien la corte Austriaca era severa en cuanto a su protocolo tras las puertas de los salones de la Emperatriz María Teresa y el Emperador Francisco Esteban, ellos podían jugar con sus padres conversar tranquilamente no había solemnidad entre ellos y sus parientes más cercanos; mientras que en Francia todo movimiento es calculado, esto confunde mucho a María Antonieta ya que ella es muy natural es sus acciones, y en muchas ocasiones esto es confundido por los cortesanos quienes murmuran por la actitud fresca de María Antonieta.





La educación de la futura heredera recae no solo en la Condesa de Noailles sino también en las antipáticas y odiosas hijas de Luis XV, las solteronas María Adelaida, María Sofía y María Victoria, que aparentemente tratan con mucho cariño a su nueva sobrina política, pero estas tres mujeres solteronas son expertas en intrigas palaciegas y entrenan a su nueva discípula.
Condesa de Noailles (Imagen)

Las tres secas hijas de Luis XV nunca mostraron inclinación por el matrimonio, se sentían muy superiores para cualquier hombre es así que Luis XV no pudo deshacerse de estas tres hijas que a él le resultan un fastidio; en Versalles a falta de Reina, las hijas de Luis XV ocupan el rango mas alto de una mujer en la corte.
las tres hijas de Luis XV Maria Adelaila, Maria Victoria y Maria Sofia.


Pero hay alguien quien usurpa clandestinamente el lugar de la Reina y es nada menos que Madame Du Barry, la amante del Rey, ella es la más elogiada en el palacio, siempre es la primera es ser invitada a los bailes de las familias más poderosas, le llevan numerosos obsequios, en simples palabras es la mujer más poderosa de Francia a pesar de tener un origen humilde e infame.
La Condesa Du Barry (Imagen)

María Antonieta llega a una corte donde la amante del Rey es quien manda, los príncipes y demás nobles calculadores por naturaleza se postran ante sus pies ya que saben que si agradan a la Du Barry estarán más cerca al Rey que escucha a su querida amante y complace cada capricho que tiene.

En este ambiente la jovenzuela se desplaza al principio con mucha cautela pero a medida que tiene confianza empiezan los primeros problemas que logran absorberla; las cortesanas que se ven desplazadas por María Antonieta empiezan a murmuran en su contra con su actitud tan libre de ser, se puede ver a la jovencita correr alborotando sus faldas casi enseñando las enaguas, jugando con los hermanos más jóvenes del Delfín o con los hijos de las criadas del palacio; no tiene aquella conducta glacial que esperan los viejos y resequidos cortesanos de la mujer del futuro Rey de Francia, ella es ingenua pero no tonta, odia aburrirse y no tiene miedo hacer cosas que ella desea pero que le están prohibidas, pero siempre tratando de conservar la mesura que debe de tener por poseer un cargo tan alto, ella ante todo los cargos que posee a su corta edad, aun es joven y su actitud es prueba de ello, cuando la ocasión amerita, ella se conduce con mucha elegancia, pero esto no es de siempre como lo quisieran los nobles que la rodean sobre todo la Condesa de Noailles ya para ella la vida solo es protocolo y etiqueta; es por eso que María Antonieta llama burlonamente a su severa dama de honor “Madame Etiqueta”.



La adolescente María Antonieta como Delfina de Francia describe así uno de sus días a su madre en una de sus cartas:

Me levanto más o menos a las 9 o 10 de la mañana me visto y hago mis oraciones matinales, después desayuno y voy a ver a las tías, donde normalmente encuentro al Rey , esto dura más o menos hasta las diez y media de la mañana.
A las once voy a que me peinen luego llaman a todo mi sequito y todos pueden entrar entonces salvo aquellos sin calidad ni nombre.

Me pongo mi colorete y me lavo las manos delante de todos los reunidos, después se retiran los hombres, quedan las damas y me visto delante de ellas.
A las doce se va a la iglesia, si esta el Rey en Versalles voy con él a misa, con mi esposo y las tías. Si está ausente voy solo con el señor Delfín, pero siempre a la misma hora Después de misa hacemos la pública comida del mediodía, pero a la una y media está ya terminada, porque los dos comemos muy de prisa.
De a11í voy a las habitaciones del señor delfín, y cuando está ocupado, me vuelvo a las mías, donde leo, escribo o trabajo, pues estoy haciendo una chupa para el rey, trabajo que avanza muy lentamente, pero confío en que, con la ayuda de Dios, estará terminado dentro de algunos años.
A las tres vuelvo junto a las tías, con las cuales, a esa hora, se encuentra el rey; a las cuatro viene el abate a mi habitación; a las cinco, el maestro de clave o el de canto, hasta las seis de la tarde.
A las seis y media vuelvo casi siempre junto a las tías, si no salgo de paseo. Tienes que saber que mi esposo va casi siempre conmigo a las habitaciones de las tías. Se juega de siete a nueve; pero si hace buen tiempo salgo de paseo, y entonces no se juega en mis habitaciones, sino en las de las tías. Cenamos a las nueve, y si no está el rey, las tías cenan con nosotros. Pero si está el rey presente, después de cenar vamos junto a ellas. Esperamos al rey, que, de costumbre, llega a las once menos cuarto.
Pero yo, mientras tanto, me echo en un gran canapé y duermo hasta su llegada; pero si no está allí, vamos a acostamos a las once.

Ésta es la distribución de mi día».



En la distribución del día de María Antonieta queda muy poco tiempo para la diversión, que es lo que ella mas anhela, ella le teme al aburrimiento, quería ser libre correr, bailar y hacer cosas que estaban prohibidas, (como toda adolescente) pero para impedir todo tipo de distracción y ofensa a la severa etiqueta versallesca estaba Madame de Noailles que la instruía sobre como tenía que ser la conducta de la heredera de la corona francesa, su madre constantemente la resondra en sus cartas a que utilice su tiempo en cosas productivas como leer, pintar o alguna activad cultural, y a sus quince años aun no habla del todo bien el francés y peor le va con la ortografía, su querido y servicial Abate Vermond tiene que ayudarle a corregir sus cartas , y la hora de la lectura que debe instruirle se convierte en la hora de la charla; pero quién se atrevería a castigar o regañar a la Delfina de Francia; aprende poco o nada María Antonieta se ha visto forzada a crecer rápidamente, por su forzado matrimonio político, mujer por su titulo pero al fin y al cabo es una adolescente como cualquier otra.

La joven toinette es víctima de las intrigas por su inocencia y por su mayor defecto el de no poder ocultar sus sentimientos, se encuentra en una posición complicada en una corte extranjera en la cual ella siempre será la extraña, la “austriaca”, María Teresa desde que su pequeña hija partió sabe que es joven, frívola y ligera en sus acciones y que no podrá hacer frente a las complicadas redes de la política del palacio es por eso que le asigna al Conde Mercy experto en estos rubros, María Teresa le dice en una de sus cartas con mucha franqueza y confianza :



«Temo mucho la excesiva juventud de mi hija, la demasía de lisonjas en torno suyo, su pereza y su falta de gusto por toda actividad seria, y recomiendo a usted. Ya que tengo en su persona plena confianza, que vigile para que no vaya a caer en malas manos.»


Maria Teresa (Imagen)
El Conde de Mercy va a ser más que el embajador de Austria en Versalles el ojo, el oído y la mano de la emperatriz, informará minuciosamente sobre todo lo que allí acontezca en torno a su pequeña toinette, de esta forma María Teresa sabe absolutamente todo lo que pasa, cada palabra mencionada, cada vestido que se pone, cada libro que lee y no lee en que ocupa su tiempo, con quien habla y las indiscreciones que comete, a parte del Conde hay otras dos personas que informan a la madre preocupada, que son la Marquesa de Durfort y el Abate Vermond, este tipo de información es tratada con suma confidencialidad tanto que María Antonieta no sabe como su madre se entera de todo, cuando recibe alguna carta regañándola por alguna situación acontecida.

Será la única persona que tendrá influencia directa sobre María Antonieta; a pesar de todo María Antonieta está rodeada de adultos y es esto lo que más la aburre, ella como toda joven desea la compañía de otros jóvenes, pero su propio esposo que es mayor solo por un año tiene la conducta de un grosero anciano aburrido de su vida, se siente sola y busca refugio en los jóvenes hermanos de su esposo, el Conde de Provenza y el Conde de Artois de catorce y trece años respectivamente; con ellos juega en secreto ya que Madame Etiqueta ronda constantemente, comparten disfraces, interpretan obras de teatro, se divierten en su inocente juventud, pero María Antonieta exige que se le traiga el perro que se le fue arrebatado el día de su entrega en una de las islas del Rin, su Chien Mops se siente aburrida; un día la Condesa de Noailles horrorizada descubre una actitud impropia en la Delfina, ha hecho subir dos niños a su habitación, que son nada menos que de una sirvienta del palacio, en un gran alboroto la jovencita se arrastra por la habitación jugando con ellos descuidando así su hermoso y pesado traje.

En todo momento pareciere que ella lucha en contra de todo ese ambiente superficial y frívolo que se le impone por su matrimonio.












2 comentarios:

Anónimo dijo...

nunca he sabido como esas mujeres entraban en esos vestidos tan extraños.

isthar dijo...

Hola jaja, creo que muchísima coquetería y la costumbre. oh!!!!! que suplicio !!!
un saludo Isthar